Mucha gente, tal vez toda, en algún momento disfrutó de una tormenta. Ahora, ¿Que pasa cuando esa metáfora se vive en la piel? Uno se encuentra bajo un cielo nublado, las gotas comienzan a caer y se te empapa el alma. Ya consciente mucha gente busca un resguardo, un espacio donde poder admirarla. Otros, un poco más valientes, sacan algún paraguas y siguen su camino. Sin embargo, es raro decir que hay un tercer tipo de personas, y más extraño es reconocerse allí con cierta sonrisa. Éstas últimas, ya bajo la lluvia siguen caminando, aún sabiendo que la enfermedad va a estar mañana. Sabiendo eso y más, el agua cae, y como resultado tenemos otra alma empapada. Mucha gente te grita que te estás mojando, pero afirmas con la cabeza agradeciendo el consejo, mientras pensas por dentro 'ilusos, ustedes se lo pierden', pero ¿Que pueden perderse? ¿A caso las gripes son dignas de ser admiradas en esta sociedad? Claro que no, ellos se pierden tener esa oportunidad de empaparse el alma, aún en la más grandes de las certezas de amanecer ahogado con el simple objetivo de poder disfrutar el arcoiris de tu amanecer. De que esos rayos de calor que emanas, en tanto estrella en plena vida sobre la cual orbito, pueda secarme y hacerme disfrutar de la tormenta.
lunes, 22 de octubre de 2012
lunes, 9 de julio de 2012
Mil Casas
"Ahí afuera hay mil casas y ningún hogar"
La vida nos mueve. Nosotros al movernos nos impulsamos a vivir. Moviéndonos buscamos. Por momentos pareciera que la búsqueda de una palabra ubicada dentro de un cementerio de definiciones carece de vida, de existencia. Esa palabra fue parte de un momento onírico que simplemente nos deja ciegos por animarnos a dejar la caverna. Por animarse a moverse. A vivir. Por momentos parece que la búsqueda y la certeza de fallar en lo encontrado remiten a la experiencia. Esa experiencia de salir a caminar sin un rumbo. Pararse en lo más alto de una olvidada ciudad, ver como lentamente el crepúsculo da lugar a la fría noche. Como las miles de casas se encienden, y desde afuera se es espectador. Como quien observa ahí afuera mil casas y ningún hogar.
domingo, 24 de junio de 2012
Movimientos
"La
contradicción es la raíz de todo movimiento y vitalidad; pues al
sólo contener una contradicción en sí, una cosa se mueve, tiene
impulso y actividad”
(Hegel,
Ciencia De La Lógica, p. 386)
Necesitaba
comenzar a escribir con una guía. La mía parecía haberla perdido
por los comienzos de una semana agitada. Estancarse pareciera ser la
forma de esperar que la vida a uno lo sorprenda. Esto es mediocre, lo
es. Es esperar sentando el colectivo sabiendo que caminando no solo
resolvería la necesidad de ir, sino también destruir lo estático.
Pero lo estático forma parte del movimiento. En él se encuentra lo
estático y justamente en esa unidad se llevan los cambios. En una
semana se aprendió lo que tardó un año de negación del
movimiento, pero ¿Qué es negar el movimiento? Reproducir los
factores sin alterar su contenido. Eso se terminó y arrancó algo
nuevo que en si mismo contiene una contradicción, que es portadora
de la misma, pero que a su vez ésta solo puede ser resuelta
viviendo.
Ella se
fue, increíblemente se fue. Parecía ser un muerto el cual
debía cargar a todas partes esperando que me muerda para poder
ser otro muerto-viviente. Ella se fue y ella apareció. La muerte de
un movimiento permitió la vitalidad de uno nuevo. Vivir esa
sensación es parte de lo que siento, es un gran aprendizaje. Estoy
vivo porque soy unidad que contiene sus propias contradicciones en el
movimiento de la vida.
Los
positivos solo pueden dar cuenta de los resultados que obtuvieron
métodos exitosos. Los negativos dan cuenta del error de los métodos
empleados. Ambos son presos de lo estático, o mejor partes
constituyentes de ese movimiento que es la vida que los contiene en
su desarrollo.
miércoles, 13 de junio de 2012
Fisuras y grietas.
Había tantas cosas por
averiguar: ¿Que necesidad hay de romperse todo? ¿Por qué la mancha
era mancha y no arte? ¿Por qué la ironía es lo que realmente
quiero decirle? Todo iba llegando a su fin, la luna roja nos miraba
sin mucha más importancia que sus otros hijos. Llegó el momento de
despedirla; me doy cuenta porque hay un pacto entre las miradas que
anticipan el futuro. Ella me mira, me sonríe, y el pacto se destruye
por su salvaje naturaleza que me enamora. Sin embargo no ordenamos el
mundo como queremos, y la situación se repite; no muero.
Ella me mira, me sonríe;
le sonrío, el pacto se vuelve a formar en el ritual de las miradas.
Ya es casi un hecho saludarse a la distancia, ya la tensión excede
su capacidad de expresarlo. Ella lamenta su largo viaje, él se mufa
de su suerte retrucando lo bien que estuvo acompañado. Ella sonríe,
yo muero, revivo. El pacto se vuelve a crear, basta de miradas, es
hora de decir adiós.
Saludo formal, social,
coloquial. Beso en el cachete, o ni eso. Para él terminar la noche
con ese saludo era como decir que el sol brillaba por un ciclo de
explosiones químicas. Los cuerpos se acercaron, los cachetes se
frotaron manteniendo la distancia entre el resto de los cuerpos
evitando la explosión. Último saludo, ella gira, se va.
El frío; volver a casa
con las manos en los bolsillos y el corazón caliente. Otra vez una
mala lectura, otra vez esa estúpida necesidad que la grieta nos fije
la atención por sobre la estructura. Siempre lo mismo, siempre yendo
por el camino hecho pelota. Quejarse del camino, pero en cuanto
aparecen los atajos solo tomarlos para volver al ripio y romperse
todo.
¿Por qué la mancha por
sobre lo blanco? ¿Por qué la grieta por sobre la arquitectura? ¿Por
qué volver a las tierras de llanto? Hay tantas cosas por averiguar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)