lunes, 4 de marzo de 2013

New Dawn Fades



En todos los pasos que damos, algunos parecen más pesados que otros. Pasa que el barro que nació de la lluvia del encuentro hace todo más difícil. Levantar los pies y andar. Es ese momento, cuando reparamos que por delante, un sol gigante rojo e imposible de contemplar a simple vista va transformando el agua caída de encuentro en amor para así negar el desierto en pradera. Las flores nacen al grito de un 'te quiero' y al abrazo de un 'te extraño'. El yo se fundió en nosotros y el sol se contempló a tu lado. Ya no era necesario verlo a los ojos y quemarse frente la estrella si la inmensidad recaía por completo en sus ojos. Los amaneceres pasaron y con el los besos y abrazos. El sol los alimentaba, y ellos al sol. Cada día brillaba más intensamente y la tierra se veía poblada de la más hermosas flore y fauna. Los animales comían en una inestable armonía de la abundancia vegetal. Sin embargo, el sol ardió tan fuerte como ellos y comenzó a secar la pradera. Los besos se hicieron arena y la pradera se convirtió en desierto. Ese día se hicieron yo y volvieron a caminar para embarrarse de vuelta.


Escrito originalmente una madrugada del 30/01/12, publicado en otra madrugada de insomnio.



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